viernes, 15 de abril de 2011

El Viajero V - Mis últimos suspiros

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Todo debería ser más sencillo, tú haces que las cosas se compliquen más para mi. Son ya dos veces las que te he dejado ir, no puedo permitir que suceda de nuevo. Ya son dos lugares en el mundo en el que he dejado pasar la oportunidad y el único culpable soy yo. Éste será el último viaje que haga persiguiéndote, dalo por hecho, te voy a encontrar y voy a hacer lo que debí hacer desde hace tiempo.

Llegué en tren, el reloj de la estación marca las 8:50 de la mañana y aún no tengo boleto de regreso. Solamente pienso en cómo te voy a encontrar y en cómo actuaré cuando lo haga. El factor sorpresa es fundamental en esta situación, no debes tener idea de que estoy en la misma ciudad, por eso decido mantener mi perfil bajo hasta no consumar esta obsesión. La parada siguiente a la de la estación de trenes tiene una vista al Sena, es la primera vez que veo este río que ha sido testigo de toda clase de historias, por sus aguas corren tantos misterios que dejarían perplejo a cualquiera, reflexiono alrededor de esto y salgo a conocer un poco más de la ciudad para encontrar un lugar adecuado para quedarme esos días.


Camino un poco por las calles parisinas, me encuentro con parques enormes y hermosos, trato de ignorarlos, pues mi único objetivo eres tú, pero me es imposible dejar de apreciarlos, decido que tenemos una cita pendiente, ellos me ayudarán a figurar cómo encontrarte. Viajo ligero, en la ciudad voy a encontrar todo lo que necesite -lo pertinente para nuestro encuentro-.


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Me alojaré en un acogedor edificio en Rue Augereau, la vista inmediata al salir del edificio es soberbia, como casi cada rincón de la ciudad. Caminar por estas calles resulta fascinante, incluso si mi prioridad eres tú. Todo lo que se dice de París es verdad, defino la ciudad como imponente, como una ciudad que con su respaldo histórico basta para que sus habitantes actuales sientan que tienen el derecho de actuar con la característica soberbia francesa, le hacen un favor al mundo teniendo una ciudad tan bella.


Estando tú en mi cabeza, debo concentrarme en cómo voy a actuar, tener un plan sobre nuestro encuentro. El bajo perfil que estoy manejando me permite moverme por cualquier lugar de la ciudad sin ser identificado, actuar con discreción es muy útil pues cualquiera que me identifique podría frustrar mi plan de encontrarme contigo.


Sentado en un escalón con vista a un parque cerca a la Place du commerce, retirado pero bien ubicado, me doy tiempo para pensar en ti y en lo que sucederá al verte. Tomo una fotografía tuya, cada que la veo quedo perplejo, no sé si es el entorno o el ambiente en la ciudad, pero esta vez es distinto. Tu sonrisa contagia, la dulzura de tu expresión no me convence del mal que has hecho, sigo sin creer en lo que hiciste y lo peor, que hayas conseguido que te siga hasta esta ciudad. Debo encontrarte, debo cautivarme con esa mirada que marca mi mente, los suspiros por tu causa son cada vez más frecuentes, de no estar descubriendo esta ciudad, serías lo único en lo que pensaría.


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Los encantos de la arquitectura y los desencantos de la gente ya no son relevantes, son tres días ya y me falta demasiado por conocer, pero el hecho de que rondes por mi cabeza me impide enamorarme de la ciudad, mi obsesión por nuestro encuentro me limita la curiosidad. Son varias semanas las que llevo sin verte y cada vez recuerdo algún detalle de ti; eres realmente hermosa, ¿cómo no obsesionarme? ¿cómo no estar confundido? ¿comprenderé por qué hiciste daño y te escapaste?


Lo que vi es comprensible, era obvio que te ibas a arrojar a más de un par de brazos. Tu belleza y actitud son demasiado para cualquier hombre y lo sabes, por eso las usas para tu beneficio. Te juzgo, no por el daño que haces, sino porque no has medido las consecuencias de tus acciones. Por alguna razón siento que el encuentro será difícil, por alguna razón no quiero enfrentarme a ese momento en el que te vea, no sé si tu tez blanca vaya a apaciguar el ímpetu del encuentro.


La noche apenas se asoma y mi mente está en blanco, me recargo sobre el borde de piedra de un puente, me percato que una estatua de un ángel dirige su mirada al río, como cruzando miradas con otro ángel, posiblemente algún ángel atrapado en el infierno, mientras divago en mi cabeza recuerdo tu fotografía, tu belleza me orilla a identificarme con el ángel que mira desde abajo a aquél que está en el puente, con la impotencia de no poder alcanzarte.


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El que hayas sido descubierta es consecuencia de tu inquietante entrega, tú eres culpable de que te persiga hasta este lugar del mundo. De haber sido más discreta jamás me habría enterado y jamás me habría visto en la necesidad de seguirte en más de una ciudad. París es testigo de mi búsqueda, estas calles que me habrían enamorado de no ser por tu pensamiento, comprenderán después de nuestro encuentro la razón de mi visita. Tú eres mi obsesión, no dejo de pensar en que dejé pasar la oportunidad, que pude tenerte y simplemente te alejaste.


El encuentro se acerca, tu hotel está ubicado en Rue St. Honoré y el evento al que piensas acudir es mañana por la noche. Esta noche trataré de despejar mi mente para mañana estar concentrado en encontrarme contigo, mi romance con París y con nuestro encuentro es cada vez más intenso, mañana todo quedará aclarado, toda mala intención que hayas tenido quedará atrás, pues este encuentro calmará todo y por fin dejarás de huir.


La tenue luz de mi habitación parpadea y no deja de hacer ruido. El despejar mi mente está resultando imposible, solamente puedo imaginarme siguiéndote mañana por la noche, admirando tu andar perfecto y cautivándome por la silueta de tu sombra. Pero no puedo imaginar tu reacción al verme, podrías hacer absolutamente lo que quisieras, de cualquier forma ya has hecho demasiado daño y hay que calmar todo lo hecho.


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Dormí poco y desperté tarde, el evento comienza en unas horas y yo no estoy listo. Tengo que pensar en cómo te voy a abordar, ya sé con quien estarás y con qué intenciones; te has dedicado a hacer lo mismo desde hace tiempo y el hastío ya se desbordó. Por eso estoy aquí, para que tus acciones dejen de herir y de afectar, para que la vida pueda seguir el rumbo que debe, pues tú te dedicas a jugar con el destino.


Apareces y cautivas, enamoras, aprovechas tu belleza, tu voz y tu benevolencia dejan perplejo. La sonrisa que dibujas obsesiona, tus ojos juguetones fascinan, la sensualidad que te acompaña es anhelante y frustrante, ningún hombre puede creer que esté con una mujer así. Lo peor es que sabes perfectamente de tus ilimitados alcances, nuestro encuentro va a ser de lo más difícil que haya hecho.


Después de ir por mi atuendo para el evento, me dirijo a mi pequeño edificio en Rue Augereau para arreglar todo lo necesario para mi partida, si es posible partiré después de nuestro encuentro, de no ser así, no tiene sentido regresar al edificio. Llegué al salón después del evento principal, en el que se presentó un proyecto empresarial que rendirá frutos en infinidad de países según entiendo, te busco en la fiesta, hay mares de gente de todo el mundo, hay mujeres hermosas por todo el lugar, pero ninguna se compara a ti. Cerca de la fuente escucho una risa femenina acompañada de numerosas risas de varones, hombres de edad mayor a la nuestra encantados con tan hermosa presencia en la conversación y un joven que, igual que yo, está cautivado por la mujer que es el centro de la plática. Te encontré.


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Te veo de lejos y estoy perplejo, siento mis ojos temblar de la impresión de verte después de algun tiempo. Cada que te veo estás más hermosa, cada que te veo sigo sin saber qué hacer. Me tranquilizo, con el índice y el pulgar calmo la temblorina de mis ojos, me concentro en lo que debo hacer, recuerdo lo que tenía planeado desde noches atrás, es lo único que importa. Al quitar los dedos de mis ojos noto tu ausencia y la del joven que también participaba en la conversación. Ya no estabas en el salón.


Alterado, salgo a buscarte, ¿cómo era posible que te perdiera de vista? La desesperación me dominó después de tres minutos de no encontrarte. Salgo al jardin y la luz de la luna no era suficiente para iluminar. El jardin estaba muy tranquilo, a diferencia de mi ser, apenas se escuchaba el agua caer de otra fuente, en un pequeño espejo de agua. Una seductora risa se escuchó a lo lejos, me levanto rápidamente y persigo ese sonido tan peculiar, te volví a encontrar.


El joven y tú se dirigen hacia la salida alterna del lugar, te persigo. El encuentro cada vez es más cercano, te acabo de encontrar conquistando a otro imbécil, alguien que seguramente no te merece, estás con alguien que no es digno de ti. Por eso estoy aquí, para que no sometas más a quien no lo merece. Otro puente que da hacia el río, otro momento romántico en el que la única constante eres tú, comienzas a hacer lo mejor que haces, seduces al individuo, a quien tuviste en tus manos desde que te vio. No puedo soportarlo más, es momento.


Me acerco a ustedes dos, con indignación golpeo a tu nueva víctima, quien cae al suelo, después de una patada en la cabeza no se puede levantar. Tu tranquilidad te delata, no te alteras en absoluto y me miras fijamente, mi cuerpo está paralizado y mi mente desesperada, no termina de asimilar la belleza que estás radiando, con un impulso que no comprendo de dónde viene, me levanto y lanzo mis brazos hacia ti, después de un breve forcejeo te sostengo fijamente y cumplo mi cometido, sé perfectamente lo que hago, es mi obligación. Tu hermoso cuerpo cae tendido al suelo mientras un pequeño hilo rojo va incrementándose hasta desbordar en las juntas del puente que dan al río. El reflejo de la noche queda fijo en el metal junto a tu cuerpo.


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Todo mundo en el evento está alterado, se escuchan los gritos a lo lejos mientras yo camino hacia algún parque solitario para deshacerme de todo lo que me estorba. Nadie se percató de mi presencia en el evento, ni el joven influyente al que salvé de perder la vida a causa de tan hermosa mujer. Pronto se sabrá quien eras y se conocerán los daños que hiciste, algunos comprenderán por qué te sucedió esto, pero nadie puede justificar el hecho de perder tal belleza, ni siquiera yo.


Enamorarme de París tendrá que esperar. Este último trabajo me obliga a pasar desapercibido durante una larga temporada. Terminar con asuntos ajenos es lo más difícil que haya tenido que hacer, gracias a ti ya no me dedicaré más a esto. Hiciste daño a quien menos debiste herir, abusaste de quien más te pudo dañar y la consecuencia se dio en aquel puente parisino. Yo solamente soy un medio para que tu lección fuera dada, pero te puedo asegurar que tu belleza arrancó mis últimos suspiros.


Escrita por el dueño del blog para una intención de serie llamada El Viajero; la historia no es real ni está basada en hechos históricos, es una simple invención escrita ni para el bien ni para el mal de la ciudad, simplemente habla del lugar y de hechos imaginarios

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