sábado, 26 de marzo de 2011

Carta a Dios I

Dios,
Te escribo esto a pesar de la posibilidad de que esté echando palabras al aire.

Recién desperté del coma en el que me encontré durante poco menos de veinte años, desconocidos estaban observándome, algunos con una expresión de libertad, como si mi caso ya fuera una carga para todos. Para adaptarme rápidamente, me asignaron a un terapeuta, quien me sugirió que encontrara alguna prioridad. Yo estaba extremadamente feliz, sentí que volví a nacer y me di cuenta que tengo mucho que dar, pero no sabía de qué modo. Charlando con un conocido, me sugirió que me acercara a ti, pues este milagro era una obra tuya, un favor que me hiciste. Yo al principio quedé convencido por sus comentarios, realmente estaba muy contento con esta nueva oportunidad que se me presentaba, dispuesto a dedicarte mi vida con devoción y sinceridad.

Durante mi rehabilitación me puse al tanto de lo que había pasado con mi familia, mi amada esposa me procuró durante varios años hasta que la fatiga y la desesperación la arrastraron a otros brazos, la comprendo más de lo que ella se comprendió. La culpa que sentía por haber enontrado a otra persona mientras yo estaba en cama la consumió a tal grado que dejó de frecuentarme, dejó de cuidar a mis hijos y no encontraba salida a su supuesto error. Ni mis hijos ni el resto de mi familia saben dónde está, huyó de la vida a la que la orillaste, huyó de mis hijos y los dejó a la deriva.

Después de ser abandonados, mis hijos vivieron con mis padres, quienes no tenían los medios ni la energía para mantenerlos, por lo tanto mis hijos dejaron sus estudios a temprana edad y se dedicaron a trabajar. La falta de dinero y el compromiso que tenían con sus abuelos orillaron a mi hijo mayor a involucrarse en bandas de asaltantes y drogadictos. Un mal día, un individuo bajo efectos, enloqueció y con un martillo acabó con la vida de tres personas, incluyendo la de mi hijo. Su pequeño hermano se fue al extranjero a buscar oportunidades, pero en la frontera del norte, una cuadrilla de racistas lo secuestró y torturó, hoy mi pequeño hijo tiene que recibir ayuda especializada para poder cumplir con funciones básicas.

Recuerdo que antes de mi accidente las cosas estaban marchando bien, en mi casa había júbilo, las cosas estaban mejorando después de la complicada situación en la que nos encontramos durante varios años gracias a la enfermedad de la que me curé milagrosamente. Nunca te pedí nada antes de que las cosas mejoraran, incluso jamás me acerqué a ti cuando enfermé y en cuanto me enteré que ya no estaba enfermo, en agradecimiento, me acerqué a ti y me llené de felicidad al sentirme amado por ti.

Hoy en día, no puedo decirte que me siento amado por ti, ¿por qué en cuanto me acerqué a ti mi familia se desmoronó? Nunca pedi nada de ti, tampoco te falté al respeto, siempre cumplí con lo que generalmente esperas de una persona, no era mala persona, no odiaba a los demás y siempre resistí las tentaciones que se me presentaban, ¿para qué? para estar varios años en una cama, olvidado como un viejo mueble. Para no poder hacer nada para que mi familia se mantuviera unida, para perder a mis hijos y orillar a mi esposa a un mundo de culpabilidad que no merecía.

Pensando en todo esto, muy a pesar de lo contento que pude estar de despertar, te voy a regalar parte de mi vida, a partir de hoy no te debo absolutamente nada, ya me robaste veinte años de mi vida y la hiciste pedazos sin hacerme partícipe de ello, esos veinte años son tuyos, esos malditos veinte años son los que te doy porque tu no me has dado absolutamente nada, me curaste y después me castigaste por haber sido curado, lo último que haría sería dedicar mi vida a un ser que se empeñó en hacer pedazos mi vida y sobre todo la vida de los míos, sin darme oportunidad de hacer nada al respecto.
Los años que me quedan de vida, los llenaré de felicidad, de alegría, procuraré a mis seres queridos y apoyaré a quien necesite de mi, les daré todo lo que pueda ofrecer. Pero jamás lo haría en tu nombre, ya tienes los años que te di, lo que sigue es mío y de nadie más.

P.D. ¿Por qué Cerati y no Arjona?
Al final del día, si el individuo en cuestion pretende dedicarse a hacer el bien, le dará a Dios lo que Él espera de sí, bajo esta idea toda acción que uno haga, ya sea buena o mala, será una acción en nombre de Dios. La intención de estas entradas, es de plasmar las maravillas y los retrocesos que pueda ofrecer el creer en Dios. Este caso es de impacto negativo, pero no necesariamente quiere decir que todos lo serán.